El inicio de un viaje. Teresa Correa

¿Existe realmente un momento en nuestras vidas que marca nuestro futuro?. ¿Un instante que, por mágico, nos guiará el resto de nuestra existencia?

El 21 de Julio de 1969 el Apolo XI llegó a la superficie lunar  “un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”. Imágenes en blanco y negro que a la vez que llegaron a millones de hogares de todo el mundo, fueron interiorizadas por una pequeña Teresa Correa que  no por casualidad, se dio cuenta en ese preciso instante, que ella también podía volar.

Seguramente ya no necesitaba engullir cuentos de ficción en la entrañable biblioteca de su padre, ese espacio mágico que, al igual que esa primera huella lunar,  “imprime»  su modo de estar en el mundo; sino que va a ser a través de la fotografía, esa otra “huella indicial” según Charles Peirce, como Correa comienza a emprender su vuelo sideral.

Un vuelo que la llevará, tanto del suelo al techo, como del techo al suelo, desde la luz más cautiva hasta la sombra más esperanzadora. Por ello, no nos ha de extrañar que sus series fotográficas se originen en esos espacios intermedios, espacios de ingravidez como ella misma define en ese planear entre el cielo y la tierra. Momentos de suspenso intemporal.

Un conjunto de series fotográficas son seleccionadas para iniciar el viaje, series como Madre, nos adentran en la ausencia, la muerte, a la vez que indaga en el interior de la isla como metáfora de su propio territorio interior, un territorio ahora herido que la obliga a vivir el tiempo del exilio y que solo a través de su serie Quimiofototerapia logra escapar y volver al “momento presente, momento maravilloso”. Y no es casualidad que Teresa   nos haga ser conscientes de la cualidad terapeútica que tiene la fotografía, pasando del paisaje interior al exterior, del suelo al techo, de la luz a la oscuridad. Un continuo Desplazamiento  que a su vez indaga el paisaje como objeto simbólico, en un intento de descifrar lo visible oculto, para luego abrirse paso a lo cotidiano en su serie Hallazgos, cotidianidad que es inundada por una Luz Cautiva, su serie más reciente  y que cierra once años de cartografías vividas, pequeños diarios visuales  que nos  desvelan a una Teresa Correa que hilvana su vida en imágenes pero esta vez también encadenada a la palabra y al silencio.

Teresa Correa ha inaugurado Photobrik con su discurso visual “Del suelo al techo y del techo al suelo. La fotografía como terapia”, una apuesta arriesgada y valiente que ha dejado huella en todos los asistentes que han presenciado su viaje, un transitar que nos hace ser conscientes de que somos seres frágiles, complejos y finitos.

Gracias Teresa

Raquel Zenker

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